Internet
Internet es uno de los más maravillosos avances tecnológicos y sociales del ser humano en toda su historia. Como casi todas las innovaciones y descubrimientos, supone una amenaza a ciertos sectores del establishment, en este caso a los que corren serio peligro de ver disminuida su posición de privilegio si el acceso libre a la información compromete sus secretos.
Los corruptos, los extremistas, los malos políticos, los empresarios explotadores, las compañías que se aferran a modelos de negocio basados en aprovecharse del usuario y de su desconocimiento: todos ellos son los que buscan la censura, el amordazamiento de la libertad de expresión y la muerte de la información. Lo necesitan para mantener bajo control las verdades que se puedan contar acerca de ellos y evitar que el resto de la sociedad sea consciente de actos de los que ellos mismos se avergüenzan.
Necesitan la oscuridad frente a la transparencia; porque oscuridad significa que pueden continuar oprimiendo, engañando, imponiendo sus ideas, manipulando; mientras que transparencia significa que los hechos están encima de la mesa, al alcance de todo el que quiera acceder a ellos, y que tarde o pronto tendrán que responder ante ellos.
Tenemos ante nosotros el futuro, hemos vivido y estamos viviendo una de las mayores evoluciones sociales de la Historia gracias a un Internet que, aunque con matices, ha sido mayoritariamente libre y abierto hasta la fecha. Eso está cambiando, y está cambiando para mal. Y no podemos, no debemos matar a este motor de la sociedad, porque supondría frenar en seco, cerrar nuestras mentes e involucionar. Sería imperdonable.
Deberíamos ser conscientes, el conjunto de la sociedad, del significado y las implicaciones de la censura sistemática y sumaria de la Red. Deberíamos tomar cartas en el asunto, reaccionar, y no permitir que se nos recorten aún más derechos de los que por desgracia nos están recortando ya. Revertir estas tendencias, defender y luchar por la libertad en la Red igual que en el resto de parcelas de la vida. Ellos no cejarán en su esfuerzo por controlarnos mientras tengan una mínima esperanza de conseguirlo. Nuestro deber es eliminar esa posibilidad. El futuro que nos espera es lo que está en juego.